miércoles, 12 de octubre de 2011

Villena


La Muy Noble, Leal y Fidelísima Villena, titulo otorgado por Carlos V, pasa casi desapercibida, a la salida un túnel, si no miras atrás pierdes una vista espectacular del Castillo que la corona, solo subiendo hacia la meseta central es cuando desde la lejanía se anuncia prominente y señorial.


Según nos cuenta nuestra acompañante al castillo, en el villorrio dejaron su impronta desde Íberos, Almohades, Castellanos y Franceses, entre líneas nos deja ver que no guardan mucha simpatía por los caprichosos Castellanos y muy mal recuerdo de los Franceses.


Desde el poderío de sus almenas podemos apreciar el valle del Vinalopó, cuyas aguas bañan la cuenca rica en viñas para ir a desembocar en las salinas de Santa Pola. Desde el mismo lugar que el Infante Juan Manuel bañara sus apólogos con el Conde de Lucanor en la desaparecida laguna de Villena.



Abandonamos el recio lugar, descendiendo por estrechas y empinadas escalinatas, adivinando el dificultoso esfuerzo que se derrochaba en los asedios a estos lugares. Andadura, entre historia y fábula que culmina en la tranquila plaza de la iglesia de Santa María.





Al recogimiento habitual del templo sumamos la sensación de esplendor que proyectan sus blancas y helicoidales columnas. Nos entretenemos siguiendo la filigrana hasta lo más alto en los ábsides donde se entrelazan los nervios que sustentan la grandeza,  nos relajamos en la sencillez del altar


El ayuntamiento custodia con orgullo en el museo el Tesoro de Villena, unos 10 kilos de objetos su mayoría de oro, datados del año 1000 a. C. “originales y no copias”, presume el responsable de la exposición.








No podemos abandonar Villena sin visitar la ermita de las Virtudes, camino a Yecla y a poco más de una legua, nos sorprende gratamente su magnitud. Anexo a un precioso patio esta el santuario, con suerte nos encontramos con el guarda y nos puede enseñar orgulloso el camarín de la virgen, notable estancia decorada con frescos dignos de los templos más importantes.






Satisfechos, nos recogemos en la búsqueda de un lugar para almorzar y saborear las sensaciones acumuladas de este “lunes”

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