jueves, 24 de marzo de 2011

Buitrago de Lozoya


Esos pueblos que podríamos llamar “pueblos cuneta”, aquellos que antes formaban parte del camino cuando este era algo más que el trayecto más corto entre dos puntos y que han quedado en la cuneta con comentarios  tan raídos como  “mira qué bonito, un día paramos” o “esta, no es nuestra salida”, miramos hacia adelante y comprobamos no sin cierta  impaciencia cuanto falta todavía… 


De  Buitrago de Lozoya hay referencias en la época romana, fue un enclave de importancia en la historia de la sierra Madrileña e importante cruce de culturas, accedemos al Señorío  por la salida 74, brujuleamos en dirección a la torre de la Iglesia hasta una tranquila plazoleta en la que en un rincón de la misma, casi oculto y sin indicación alguna esta el acceso a  intramuros.


La iglesia de Santa María, mezcla de manufactura, cantería y culturas, es lo primero que vemos al salir del pasadizo, estamos de suerte no pertenece a la congregación de “iglesias cerradas”, aprovechamos para sumergirnos en la penumbra del templo, una vez que los sentidos se acomodan vislumbramos y  disfrutamos del interior.


Impregnados de la serenidad que otorga el recogimiento y la paz que se respira en el templo, salimos para deambular en el tiempo entre las almenas de la muralla. Acompañados por el Lozoya que abraza y custodia la fortaleza, accedemos a la parte norte que como proa de un barco se sume en el meandro que traza el río, antaño vigoroso por los deshielos y ahora amansado entre las presas de Riosequillo y Puentes Viejas.


Finalizamos el viaje por la muralla frente al lo que fue el Castillo, por los restos se nos antoja soberbio e imponente, extenso en sus dimensiones, por unos instantes nos sentimos transportados al Señorío de Buitrago en su época más resplandeciente.




Abandonamos la fortaleza,  nos introducimos en lo que fue un arrabal, hoy núcleo de una localidad moderna, sometida a las prisas, tráfico y obras, inmersa en la disyuntiva entre adoquines y asfalto.

Nos refugiamos en la tranquila plazoleta, frontera entre épocas, sentados en la terraza de un restaurante, al sol, valorando la tentación de consumir el cocido del menú de este lunes.

martes, 22 de marzo de 2011

La chorrera de los Litueros


Muy cercano al trazado de la antigua carretera de Burgos, dejando el pueblo de Somosierra que de soslayo mira no sin cierta melancolía la pista que le robó el protagonismo del lugar, la autopista A1, camino que los que de Madrid vienen sin mirar atrás como si la vida les fuera en ello, abandonan la provincia cabalgando lo prohibido con la esperanza de no ser cazados por los guardianes de las reglas, a menos de un kilometro a la derecha encontraremos el camino de acceso a la chorrera con sendos carteles de prohibición que no deben amedrentar al paseante, pronto se olvidaran ante las bellas imágenes y sensaciones que nos esperan.


A los pocos pasos nos encontramos con unas puertas que podemos traspasar sin más preocupación que dejarlas cerradas, ya desde este lugar la chorrera se nos presenta tímidamente entre los riscos.



Lo más probable es que nos encontremos con una muestra de la fauna que pace por estos lares, si no molestamos nos miraran con cierta curiosidad sin más.






Después de cruzar un primer arroyo y antes de cruzar el siguiente deberemos bordearlo por la derecha para llegar al pie de la chorrera, dependiendo de la temporada de lluvias se accederá por la orilla del arroyo o subiendo por la ladera.




Una vez disfrutado de la vista e interiorizado las sensaciones, dejemos el lugar como si nunca hubiéramos estado.

Presentación

El lunes día desde cual en otros tiempos se iniciaba la semana añorando el viernes, tomando como base Chozas de la Sierra con el sol de compañero y sin ánimo de competir con la gran colección de guías ya existentes, la idea es comentar las sensaciones de algunos paseos que ni tan siquiera excursiones pretenden ser.